¿Por qué existen empresas que son marcas y otras no?
No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que aquel que no quiere oir. Así de primeras a muchos CEO´s, gerentes, gestores, etc, etc, hacerles ver que la inversión en marca tiene un retorno positivo para las empresas a nivel de resultados, tanto de mercado, como financieros y sociales es una verdad verdadera que les cuesta mucho ver y oir. Y por consiguiente, les cuesta invertir en estas labores. Siempre que nos acercamos a personas que tienen que tomar decisiones sobre sus marcas intentamos asesorarlas haciéndoles ver que cuantos más recursos (constantes) dediquen a la gestión y activación de sus marcas, tendrán resultados increíblemente agradecidos.
Siempre me pregunto: ¿Los CEO´s y en general la alta dirección creen en el valor de las marcas de la que son responsables?, Y más aún, ¿Lo saben transmitir de forma adecuada a toda la organización de su empresa? Te sorprendería la cantidad de marcas que se mueven por simple inercia.
Disponer de una plataforma estratégica de marca y propósito definidos que me ayuden a fomentar una cultura de marca, nos ayudará sobre todo a atraer y retener el talento. Considerar el fomento de dicha cultura como un gasto más de los resultados de explotación es el principio del fin. ¿No entienden que la importancia de alinear cada punto de contacto con la propuesta de valor y propósito de la marca y generar una experiencia positiva y consistente con la promesa de marca es el truco?.
¡Que eres el responsable de tu marca! Velar por la coherencia en todas las acciones y trabajar duro con todo aquello que se acerque a la misma debería ser una de las mayores preocupaciones de una empresa, por pequeña que sea. Si monitorizamos la salud de la marca, revisamos periódicamente nuestra estrategia de marca y nos aseguramos de que sigue siendo relevante y diferencial seguiremos estando vivos y siendo capaces de alinear propósito y valores, los nuestros con los de nuestros usuarios.
Pero a veces dotar a la marca de inversión y recursos, y más en épocas de recortes, suele ser lo último en lo que se piensa. Nos quejamos porque queremos crear vínculos emocionales con nuestra audiencia, pero no predicamos con el ejemplo. Nos autoignoramos. Las empresas con propósitos, valores y territorios definidos facturan más. Poseen mejores ratios de productividad. Crecen el doble que la media de su sector (y que su competidor principal). Pueden y tienen márgenes superiores y son mucho más rentables.